El artista Richard Neave estudió a los semitas, pueblo que se estableció en la Mesopotamia y el Próximo Oriente con anterioridad al primer milenio antes de Cristo y, utilizando la antropología forense, logró reconstruir la cara de Jesús.

El resultado es la cara de un hombre con el pelo corto, negro y enrulado, con una tupida barba y una tez morena, muy diferente a la que se conoce desde hace cientos de años.

Neave ya había hecho algo parecido con Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno, y el rey Midas de Frigia, informa Esquire.

Con tres ejemplares bien conservados de cráneos semitas Neave utilizó la tomografía computarizada para obtener detalles reveladores sobre la estructura de cada uno. A partir de ahí, el investigador logró una reconstrucción en 3D de la cara.