Muñoz, de 52 años, vive en Comodoro Rivadavia y esta semana otro argentino se comunicó desde Inglaterra, luego de haberle comprado el casco a un militar inglés y encontrado a su dueño leyendo un artículo escrito en la ciudad de los lagos.

Una nota periodística, un llamado, y principalmente lo que provoca el tema Malvinas a un argentino, son los ingredientes fundamentales de esta historia que tranquilamente podría ser parte de un guión de cine o una novela sobre la guerra. Una historia real que une dos continentes, dos países con una pesada historia, y a dos argentinos, separados solo por unos cuantos miles de kilómetros.

Todo comenzó cuando Matías P. (39), un argentino que vive en Cambridge (a 95 kilómetros de Londres) y que colecciona cascos se comunicó con la periodista Paola Muñoz, prima de José, que escribió la historia de Muñoz para una nota el pasado 2 de abril  como parte de un homenaje a él y a todos los veteranos de la ciudad de Sarmiento.

El coleccionista quería saber un poco más sobre este hombre, quien fue parte del Regimiento de Infantería 25. Es que Matías tenía en su poder el casco que José utilizó durante la guerra, el mismo que tuvo que dejar en las islas el lunes 14 de junio, aquel día de la rendición en que se convirtió en prisionero de guerra.

"Es algo emocionante; han pasado 33 años de esto y yo no tengo nada de Malvinas. Soy Veterano de Guerra porque figuro en los libros, pero en realidad no tengo nada, porque cuando nos tomaron prisioneros nos sacaron todo", contó Muñoz.

"A la mañana llegué de causalidad a la Municipalidad porque Paola es mi prima y pasé a saludarla. Me pasó el teléfono y me dice 'van a hablar con vos desde Inglaterra'. En un momento pensé 'es alguien que quiere hacer plata'. Pero después me dijo que no lo puede vender porque no lo puede sacar del país, pero que lo va a cuidar. Fue una emoción enorme, me dejó medio estresado, con ganas de llorar, de todo un poco", confesó.

Durante la guerra el ahora veterano escribió con su propio puño y letra su apellido en el casco, el mismo que hace dos semanas Matías  compró a un amigo de un militar inglés que se lo llevó como suvenir.

"Es un honor tenerlo, es un placer. Siento como que lo estoy cuidando" dijo este argentino, mecánico aeronáutico y coleccionista de objetos militares y que en 1982 tenía solo 6 años.

Fuente: El Patagónico