Las horas de la noche donde el tránsito baja en su densidad y se ven pocos autos en las calles suele ser un bálsamo para los conductores cansados del infernal tránsito de la Ciudad.

Pero la calma trae también sus riesgos, y muchas veces estos van de la mano de aquellos que salen a divertirse, toman de más, y deciden regresar manejando sin importarles sus facultades disminuidas por el alcohol.

Esto ocurrió en el barrio de Boedo, donde el conductor de una Meriva -con un dosaje de alcohol mayor al permitido- no se percató de que el semáforo estaba en rojo, cruzó la calle, y colisionó con violencia contra un Fox que cruzaba correctamente.