Desde el aeropuerto trucho de El Palomar comenzará a operar una nueva low cost en breve: JetSmart tiene un alto directivo que estuvo fuertemente vinculado al proceso en el que Aerolíneas Argentinas fue entregada a capitales extranjeros.

La actualidad tiene muchas similitudes con aquellos años, desde la ruina en la administración hasta el ataque a los trabajadores, pero sobre todo la entrega del negocio más rentable a empresas amigas.

En 1997, tras la primera privatización de AA, William Franke fue uno de los operadores del mercado aéreo internacional que incluso con un encuentro con el entonces presidente Carlos Menem se metió de lleno en el lobby para entrar en las rutas argentinas. En ese momento lo hizo a nombre de Continental Airlines, asociada del fondo de inversión Newbridge Latin America, propiedad de Franke, que ahora también posee JetSmart. 

La influencia de este empresario fue determinante para la designación como presidente de Aerolíneas Argentinas y Austral, de Patricio Zavalía Lagos, nada menos que el titular de Alpargatas. Al mando de Zavalía Lagos, la aerolínea de bandera implementó el paquete de medidas que el propio Franke había presentado en la charla con el riojano, entonces Jefe de Estado. El resultado fue calamitoso.

En un año Aerolíneas perdió 224 millones de dólares, LAN Chile se hizo con el 80% de la capacidad de carga de AA en las rutas hacia los Estados Unidos y Europa, se abandonaron rutas internacionales estratégicas como Los Ángeles (EE.UU.) en claro beneficio de American Airlines así como también la española Iberia, la flota de Austral sólo en 1999 se redujo de 15 a 9 aviones, entre otras consecuencias.

Según recuerda un informe de Infocielo, Zavalía Lagos fue denunciado e investigado penalmente por “vaciamiento”, “administración fraudulenta”, “defraudación”, entre otro delitos. Pero también hubo lamentables efectos sociales: centenares de empleados despedidos, decenas de rutas abandonadas, endeudamiento millonario, pérdidas económicas y de activos económicos estratégicos.

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