Eran cerca de las 18 en la esquina de Montevideo y Dorrego, a metros de los Tribunales Provinciales de Rosario, una zona que suele ser muy transitada a esa hora.

Es en ese lugar y momento cuando el ladrón demostró su falta de pericia y experiencia al no darse cuenta de que sus movimientos eran seguidos por los ojos que estaban detrás de las cámaras de seguridad de la cuadra.

Eso le permitió al dueño de una moto observar como el delincuente se acercó lentamente y en forma disimulada al rodado hasta recostarse sobre el mismo.

En cuanto pasaba a la segunda fase del plan -ubicarse frente a la moto para intentar darle marcha- le apareció por detrás el dueño que sin decirle nada ni avisarle lo que pensaba hacer, le sacudió una tremenda trompada en el rostro que lo hizo caer y escapar corriendo del lugar.