En la intersección de las calles Laprida y Buenos Aires, en la ciudad de Paraná en la provincia de Entre Ríos, un grupo de inspectores realizaba pruebas de alcoholemia y se llevaron el susto de su vida.

Todo se desarrollaba con normalidad hasta que apareció un Chevrolet Corsa que trabajaba como remise que, al querer evadir el control, aceleró sin medir las consecuencias, embistió a uno de los agentes y sin frenar lo arrastró en el capot por casi 100 metros.

Recién cerca de la Casa de Gobierno frenó y allí abandonó al agente para continuar con su huida. Afortunadamente el inspector fue asistido y se constató que solo había sufrido algunos golpes por el impacto, aunque fue trasladado a un hospital cercano para quedar en observación.

Horas más tarde el remisero se presentó voluntariamente en la comisaría primera de Paraná con una declaración insólita: “Hacía zig zag para que se caiga al piso”