La revista TKM sacó un artículo sobre la grasa en la zona vaginal y las redes sociales explotaron de ira. Las redes de quienes se preocupan por estos temas, claro. El resto, muchos, cientos, le hicieron RT a una noticia aberrante como algo que sirve, que es necesario y que funciona.

A los medios de comunicación y a las empresas de cosméticos parece no alcanzarles con inventarnos necesidades y acomplejarnos por cómo nos vemos, cuán femeninas somos y qué tipo de cuerpo tenemos. No conozco a una sola mujer que no sienta que no es lo suficientemente linda, que no crea que le falta algo. Más labios, menos caderas, más culo, más tetas, pies más femeninos, cejas, ojos, dientes, narices, panza, manos. Todos los rincones de nuestro cuerpo están controlados, a veces de manera activa, a veces no, por un sistema que todos los días te dice e indica que si no sos como te muestran que tenés que ser, sos una mierda.

Pero la revista TKM que, recordemos, es una revista para adolescentes, no tiene conciencia de género, no tiene asco por los clichés y, además, tampoco tiene límites. Y a esto le pongo todo el tono de indignada que puedo ponerle porque la concha (al menos en la adolescencia, ya que desde hace mucho se realizan rejuvenecimientos vaginales y en la vulva, reconstrucciones del himen, etc) era, hasta ayer, el rinconcito seguro. El lugar en el que nosotras reposábamos, un hábitat virgen de prejuicios y pelotudez. Ya bastante nos cuesta abrir las piernas sin sentir culpa, sin pensar que el placer está relacionado a ser fáciles, trolas, putas. Pero ahora, además de los traumas y los tabúes con los que lidiamos a diario, nuestra zona más sensible e intima no parece ser lo que tiene que ser, hay que adelgazarla. Si, muchachita acomplejada, ¿no te gustan tus brazos? ¿Notás papada en las fotos? ¿Tobillos gordos, poca cintura? Agregá a tu lista de insatisfacciones con vos misma: vagina gorda.

Este tipo de revistas que llegan a adolescentes sedientxs de ideales, de caminos por recorrer y hormonas desesperadas por ingresar al mundo adulto, devoran y se deprimen por este tipo de cuestiones que son tan solo una herramienta más de este sistema perverso para hacernos infelices con lo que somos y tener que salir a buscar afuera lo que adentro está mal.

Tal vez sea la libertad sexual de las nuevas generaciones lo que descoloca y la búsqueda intente colonizar nuestros cuerpos por completo. Quizás que tengamos las conchas que queramos tener y las usemos como las queremos usar, asusta.

Es una pena que quienes hacen un sitio o una revista destinada a jóvenes que están en una búsqueda constante no aprovechen y le digan a los pibes y a las pibas que hay muchas maneras de mirar, de querer y de vincularse con el afuera. Que la perfección no existe y que menos mal.

Cuando éramos chicas nadie jamás nos dijo que nos calmáramos, que ser hermosa no soluciona nada. Que buscar perfección física no regala ni facilita la llegada del amor. Que el amor y la belleza van por caminos distintos. Que la gente, cuando sos más grande, vale por lo que se ve, sí, pero mucho más vale por lo que es y por lo que hace. Se olvidaron de contarnos que lo importante es perseguir ideales, buscar un camino, estar seguros de quiénes y cómo somos. El resto nada. El resto son bordes y papelitos de colores.