Seguramente, Isabella esté entre las personas con mayor sobrepeso del país, y su historia conmueve a todos los que la conocen.
La mujer vive postrada en una cama ya que, debido a sus 342 kilos, no puede moverse por sus propios medios. Desde ese lugar, pide una ayuda que no llega.
"No tengo vida. Respiro porque el aire es gratis", afirma, mientras espera que alguien le tienda una mano para poder sobrevivir: "Necesito ser trasladada de manera urgente".
Según su relato, los médicos no quieren tratarla y expresa al diario VíaRosario: "Dicen que es imposible trasladar a alguien de mi peso en una ambulancia, pero yo sé que es mentira porque lo han hecho con otras personas de mi condición".
Para colmo, Isabella tiene un linfoma en su pierna izquierda, que ya pesa 50 kilos y empeora. "Yo quiero vivir, necesito salud", expresa como un grito desesperado de ayuda.
"No quiero que me evalúen por teléfono o a través de una foto. No creo en lo virtual. Los médicos que se acercan a mi casa se asustan, no quieren ni verme", dice.
"No pido dinero. No necesito que me den donaciones. Quiero que todo el mundo se entere que me están negando la posibilidad de ser atendida como corresponde. Me están empujando a la muerte y lo van a lograr", afirma Isabella desde su cama y rodeada de sus familiares.

Seguramente, Isabella esté entre las personas con mayor sobrepeso del país, y su historia conmueve a todos los que la conocen.

La mujer vive postrada en una cama ya que, debido a sus 342 kilos, no puede moverse por sus propios medios. Desde ese lugar, pide una ayuda que no llega.

"No tengo vida. Respiro porque el aire es gratis", afirma, mientras espera que alguien le tienda una mano para poder sobrevivir: "Necesito ser trasladada de manera urgente".

Según su relato, los médicos no quieren tratarla y expresa al diario VíaRosario: "Dicen que es imposible trasladar a alguien de mi peso en una ambulancia, pero yo sé que es mentira porque lo han hecho con otras personas de mi condición".

Para colmo, Isabella tiene un linfoma en su pierna izquierda, que ya pesa 50 kilos y empeora. "Yo quiero vivir, necesito salud", expresa como un grito desesperado de ayuda.

"No quiero que me evalúen por teléfono o a través de una foto. No creo en lo virtual. Los médicos que se acercan a mi casa se asustan, no quieren ni verme", dice.

"No pido dinero. No necesito que me den donaciones. Quiero que todo el mundo se entere que me están negando la posibilidad de ser atendida como corresponde. Me están empujando a la muerte y lo van a lograr", afirma Isabella desde su cama y rodeada de sus familiares.