A pesar de la pericia del piloto, las fuertes ráfagas casi provocan un accidente en el aeropuerto de Neuquén.

De hecho el avión llega a tocar la pista pero la nave comienza a tambalearse y ante el peligro el piloto decidió volver a subir y dirigirse hacia el aeropuerto de Mendoza.

En el nuevo destino cargaron combustible y regresaron a Neuquén, donde el viento ya se había calmado y pudieron aterrizar sin problemas.