Miles de personas marcharon el sábado desde la Plaza de Mayo al Congreso, en la Ciudad de Buenos Aires, para pedir la despenalización del cultivo domiciliario del cannabis y la efectiva implementación de la ley que autoriza su uso medicinal.

“Peleamos todavía porque el Estado nos permita cultivar en nuestras casas sin tener miedo a ir presos. Para la ley, la mamá que tiene una planta para hacer la medicina de su hijo es igual a un narcotraficante que tiene cantidades para vender”, dijo a Télam Yanina Soto, integrante de Mamá Cultiva, organización que agrupa a familias de chicos con epilepsia refractaria y otras enfermedades.

Para Yanina, el principal obstáculo para la despenalización es “el negocio farmacológico. Nuestros chicos toman medicinas que cuestan fortunas: si reducimos ese consumo, los laboratorios van a ser los perjudicados”.

En la marcha estaban también los cultivadores, algunos de ellos agrupados en asociaciones civiles como “Cogollos del Oeste”, cuya consigna era “Basta de presos y presas por cultivar”.

“La planta es una sola y la separación de su uso no viene al caso. El uso es adulto y responsable y el fin siempre es estar mejor, ya sea si tomás un aceite porque tenés dolor o si fumás una pitada a la noche porque estás estresado”, dijo a Télam Facundo Rivadeneira, vocero de Cogollos del Oeste.

Rivadeneira afirmó que "detrás de toda prohibición hay un mercado especulativo que lucra con los sectores más vulnerables y la salud de la gente: queremos acceder de manera segura". 


La Avenida de Mayo también estaba poblada por cientos de adolescentes que no marchaban con ninguna organización pero exponían argumentos con contundencia.


"Como todas las cosas, el cannabis tiene efectos positivos y negativos, sólo hay que saber regularlo y eso se logra con información, y si es ilegal, la información se reduce", dijo a Télam un estudiante de 17 años que cursa del último año del secundario. 


Otro consumidor argumentó que se pide la despenalización "simplemente porque es una planta, algo natural que con un consumo moderado no hace mal".


Ignacio Varela tiene 33 años y consume cannabis con fines recreativos hace tres, nunca compró marihuana porque no quiere "incentivar el mercado ilegal" y planta en su balcón. 


"Detrás de la prohibición está el narcotráfico y una cadena de coimas que no sabés dónde termina", sentenció.