Desde hace medio año aproximadamente, en la esquina de Alvear y Parera, en el barrio porteño de Recoleta, hay un inmenso cráter que dificulta el paso de cualquiera que intente atravesar por ahí.

Los vecinos, cansados de la situación y de no ser escuchados, decidieron decorar el bache y lo terminaron convirtiendo en un santuario al Gauchito Gil para ver si quizá el santo les daría una mano.

Finalmente, ¡el milagro se concretó! Luego de que saliera en algunos medios televisivos, trabajadores contratados por la Ciudad se acercaron después de medio año de ausencia.