La historia tiene su comienzo el pasado 26 de febrero en la avenida Libertador al 3400, cuando el cuerpo de un hombre asesinado a puñaladas fue encontrado en unas canchas de paddle abandonadas que pertenecían a un club.

El hallazgo fue realizado por el Comando de Prevención Comunitaria de Olivos, y el cuerpo estaba cubierto con un cartel publicitario y en pleno estado de putrefación. Además, tenía una gran cantidad de puñaladas, sobre todo en la cabeza.

La investigación comenzó sin ninguna pista, ya que se desconocía la identidad del muerto, pero un hallazgo cambió por completo la causa: una tarjeta SUBE.

Según pudieron constatar los investigadores, a pesar que la tarjeta no tenía titular, se había utilizado por última vez días antes del hallazgo, en un viaje de colectivo que fue desde la esquina de Almirante Brown y Centenario (San Isidro) hacia Olivos.

La policía, ayudada por cámaras de seguridad, constataron que dos hombres habían tomado ese viaje en esa misma esquina y, luego de las declaraciones de vecinos, se constató que eran amigos y que incluso vivían en un estacionamiento abandonado.

Luego de apresar al asesino, de 36 años, que luego se supo era amigo del fallecido, éste contó que lo mató porque había manoseado a su hija de 14 años. 

Por lo que se entiende que el detenido llevó engañado al fallecido hasta ese lugar, para poder perpetrar el hecho sin dejar muchas evidencias. Por suerte, no le salió bien.