Hace cinco años Maira Maidana salvó su vida. Desde que fue atacada el 25 de diciembre de 2011 por su pareja, fue sometida a 52 operaciones, perdió la visión del ojo derecho y la audición. Le quedaron secuelas epilépticas. Pasó dos meses y medio en la sala de terapia intensiva y otros meses en sala común. Tiene parte de la cara, el cuello y el torso quemados. Todavía debe someterse a una nueva cirugía reconstructiva. En algunas de esas operaciones le sacaron partes de piel de las piernas. 

Según el periodista Gustavo Carabajal, la semana pasada, Maira escuchó la noticia de que una joven fue rociada con alcohol y quemada por su novio en Quilmes y se volvió a estremecer. Esa nueva víctima, Gina Certona, está internada en la sala de terapia intensiva del Hospital Alemán. Tiene el 60 % del cuerpo quemado y su estado es grave. El presunto agresor es Ezequiel Fariña, de 22 años, quien quedó detenido acusado de intento de homicidio y lesiones graves.

Pero Maira no tuvo la misma suerte. Su atacante, que es su ex pareja y padre de sus dos hijos, Maximiliano Penzzi, nunca fue detenido ni procesado. En la fiscalía nunca avanzaron con la denuncia. Lo único que Maira pudo lograr fue que un tribunal de Familia de Quilmes le impusiera una orden restricción perimetral.

"Al ver la noticia sobre Gina, me partió al medio. Sentí que me estaba pasando a mí. Se me hizo presente otra vez ese dolor de las quemaduras", expresó Maira. 

Las llamas le afectaron las vías respiratorias superiores. Vivió casi cuatro años con tubos en la tráquea que reemplazaron los tejidos quemados hasta que éstos volvieron a crecer o fueron reemplazados con injertos.

"Al principio no entendía qué me pasó. Cuando me desperté no sabía lo qué me había pasado. No tenía noción del tiempo. Habían transcurrido tres meses desde lo que me hicieron", agregó.

Luego Maira y su madre Olga comenzaron a concientizar a los y las jóvenes para evitar que se repitan los casos de violencia de género. El mensaje que transmite Maira es el de anticiparse al ataque. "No tengan miedo de hacer la denuncia", es el consejo. 

Si bien durante mucho tiempo ella no pudo contar cómo fue el ataque sufrido por los traumas psicológicos que le dejó, pudo, después de varios años, responder a la pregunta de "¿Cómo fue que te quemó?".  

"Volvíamos de pasar la Nochebuena y de festejar el cumpleaños de mi hermano. Bajamos del remís, entramos en casa y él comenzó a discutir. Todo por los celos. Primero me tiró el celular, después me pegó. Me dijo que se iría de casa. En un momento, me acosté en el comedor. De repente me vi prendida fuego. Sentía calor, pero no me daba cuenta de que me estaba quemando. Abrí la canilla de la cocina, pero no salía agua. Corrí al baño y lo mismo. Me tuve que tirar en la pileta de lona que teníamos en el patio para apagar el fuego. Volví al baño y me vi en el espejo. Me quería sacar el corpiño que me ardía y la tela se llevaba pedazos de mi piel", recordó.

"Después pasó por la clínica del Buen Pastor, el Hospital El Cruce, el hospital María Ferrer, donde le recompusieron las vías respiratorias, el hospital Tornú y el hospital Argerich. En cada uno de esos lugares, los médicos hicieron algo para salvarle la vida", expresó su madre Olga.

Desde que en marzo de 2010, Wanda Taddei fue rociada con alcohol y quemada por su pareja, Eduardo Vázquez, otras 107 mujeres fueron víctimas de femicidios al ser incineradas por su novios o esposos. De todas ellas, sólo Maira, y Gina que aún pelea por su vida, se salvaron.