Antes de que comenzara oficialmente el verano se escuchaba una frase de manera constante: "Qué cara que está la costa". Bueno no sólo se trata de una mera frase ya que la falta de turistas corrobora que los precios no resultan tentadores para los veraneantes locales.

Se suma el mal clima que no ayuda y que, tras la devaluación, Brasil volvió a ser una de las opciones para darse un chapuzón en el mar con vuelos en 18 cuotas y un dólar que todavía sigue subsidiado por el gobierno nacional.



En el sector inmobiliario reconocen que apenas la mitad de las unidades en alquiler estuvo o está ocupada, además al haber mayor disponibilidad el regateo en los alquileres queda de la mano de los demandantes que pueden elegir y exigir mejores precios. Restaurantes y espectáculos también se vieron afectados con la merma de turistas.

Además la temporada empezó más tarde después de las elecciones presidenciales y las expectactivas y temores por las definiciones económicas del macrismo.

En la costa argentina cruzan dedos porque mejore el clima y la segunda quincena de enero explote.