El episodio es pequeño y al mismo tiempo un reflejo de cómo actúan las fuerzas de seguridad de nuestro país, con una improvisación y falta de rigurosidad alarmantes.

Sin entrenamiento especial que demuestre una condición física impecable, sin conocimientos básicos de enfrentamiento ni lucha mano a mano, sin demostrar saber nada sobre ninguna disciplina de combate, lo único que se les ocurrió fue empezar a los sillazos.