Jessica Allen había aceptado ser el vientre de alquiler de un matrimonio chino que ansiaba con ser padres, pero lo que sucedió después sucede una vez en un millón. 

Luego de haber nacido los gemelos, la madre biológica le envió imágenes a Allen con la pregunta: "no se parecen, ¿verdad?" lo que generó muchas dudas en ella. 

"Al principio creí que la madre biológica me había mandado las fotos para mostrarme cómo crecían", cuenta Allen en una entrevista a la BBC.

Ante las fotos y las dudas, Allen le consultó a la mujer del matrimonio que había alquilado su vientre si había pensado por qué eran tan diferentes y decidieron esperas los resultados de ADN, un requerimiento de la embajada antes de poder regresar con sus dos bebés a China. 

Días más tarde los resultados estaban y no esperaban lo que allí decían los papeles: uno de los bebés tenía ADN del padre biológico, el otro, no. 

"Me rompió el corazón haber llevado dentro un bebé que era mío sin saberlo", dijo Allen a The Independent. 

A partir de ahí comenzó una espera angustiosa. "En ese momento me asusté y llamé corriendo a mi trabajadora social", le contó al programa de radio Newsday.

Ante tamaña situación, la madre de alquiler se realizó un test de ADN y se descubrió que ella era la madre biológica de uno de los bebés. 

Lo que había sucedido fue un fenómeno que es extraño pero que sucede, como sucedió. Se llama "superfetación" y ocurre cuando una mujer continúa ovulando después de quedarse embarazada. 

"Inmediatamente después de sacármelos de mi barriga se los llevaron a otra habitación, no los tuve ni un minuto en brazos", le dijo a la BBC. Y Allen tuvo además que tomar entonces una decisión: quedarse con el bebé que apenas había visto al dar a luz o darlo en adopción.

"Mi marido y yo lo hablamos y decidimos que ese bebé era nuestro y lo queríamos con nosotros", agrega. 

La situación era bastante compleja y la idea de recuperar al recién nacido complicaba la cuestión, ya que el matrimonio chino fue quien firmó los certificados de los dos bebés, por lo que eran los que tenían todos los derechos sobre las criaturas. 

"Legalmente los niños no eran míos así que no tenían por qué devolvérmelos", reconoce Allen. Y el matrimonio Liu, que solicitó los servicios de vientre de alquiler, también quería recuperar parte de su dinero.

"Me pidieron que les devolviera US$22.000 para compensar los gastos y la agencia que llevaba el caso sugirió dar al pequeño en adopción para poder hacer frente al pago que yo no me podía permitir", le contó la madre al New York Post.

Finalmente fueron a juicio y con negociación de por medio, Allen y su esposo Jasper lograron recuperar a su bebé.  "Nos encontramos en el aparcamiento de un Sturbucks", recuerda. "En cuanto la trabajadora social sacó al bebé del coche le dije: 'Dame a mi hijo'".

La familia de Jessica y Jasper tiene ahora cinco miembros. El pequeño Malachi está a punto de cumplir un año.