Según cuenta el sitio FriendyLife Avery fue anotada y criada como niño desde su nacimiento, pero cuando tenía tres años empezó a pedir un vestido de princesa. Y ya a sus cuatro años, le explicó a su mamá: "Tú sabe que en realidad soy una niña? En mi interior soy una niña”.

La historia de Avery, se parece mucho a las de otros niños o niñas trans, tal vez con la diferencia de que la aceptación de su familia la ayudó a no tener que esconder su deseo ni vivir una vida infeliz por algo tan simple como elegir un género diferente del que se supone o, mejor dicho, la sociedad impone acorde a lo que indica lo biológico. 

Esta familia, de fuerte creencia cristina y de posición republicana,  comenzó a darse cuenta que se trataba de algo mucho más profundo y debió interiorizarse en la cuestión. “Yo al principio ni siquiera sabía lo que significaba la palabra transgénero”, recuerda Debi Jackson, la madre. 

A sus ochos años, Avery puede vivir como cualquiera niña. Sin embargo, la situación no fue tan sencilla, ya que sus padres también debieron soportar el tedio del prejuicio y la discriminación. Ellos peridieron amigos que no aprobaban el modo en que decidieron criar a su familia. 

Para dimensionar el problema, en Kansas existe La ‘Casa de la Igualdad’ (Equality House), ubicada en Topeka. Es un rancho pintado de arcoíris, justo enfrente de la Iglesia Bautista de Westboro, que se manifiesta abiertamente en contra de los homosexuales, recuerda la misma nota. 

Afortunadamente, los padres de Avery hallaron que también existe la Casa de la Igualdad. Avery Jackson, visitó el lugar junto a su madre, y allí logró hallarse.

“Me encantó. Me hizo sentir tan feliz y orgullosa de ser trans”, expresó la pequeña, que ahora se dedica a reunir fondos para construir más hogares para honrar a niños y niñas como ella.

Planting Peace, la organización tras la Casa de la Igualdad, lanzó una campaña para recaudar 70 mil dólares el pasado miércoles 30 de marzo. En solo tres horas, ya llevaban 20 mil. Un paso más para pintar más casas de los colores trans.

“La confianza que Avery tiene en sí misma se impulsó cuando vio la Casa Igualdad pintada de los colores trans”, explicó su madre. “Me insistió en que subiera la foto en que ella aparece frente a la casa para que todos pudieran verla”, agregó.

La pequeña Avery asume con una sorprendente entereza los embates de la discriminación que sufren las personas trans en el mundo. “Ojalá a la gente no le diera miedo la comunidad trans. No soy un monstruo, no doy miedo. Solo quiero que me traten como a un ser humano más”, expresó.