El escándalo llegó hasta los programas familiares de la televisión abierta y no hizo más que viralizar una conducta recurrente: grupos de rugbiers alcoholizados que provocan violencia y agrediendo a quienes no tienen la posibilidad de defenderse.

Lejos de los supuestamente 'valores' del deporte de la pelota ovalada, lo que se registra es falta de respeto, violencia gratuita y desprecio por los demás, que el comediante retrata con justeza.