A la hora de informar una noticia, la manera, para el periodismo, es la clave. Cómo se da a conocer la información es importante a la hora de analizar los mensajes sutiles que envían los grandes medios de comunicación.

En este caso la comparación es clara, para el diario Clarín, la jóven Melina Romero, asesinada a golpes y abusada sexualmente en septiembre del 2014, tuvo su grado de responsabilidad ya que, según su polémico título, era "Una fanática de los boliches que abandonó la secundaria".

El domingo pasado desapareció en Uruguay una adolescente de 15 años. Bonita, de clase media alta y nieta de la reconocida chef Beatriz Chomnalez, tuvo otro tipo de cobertura. Distinta. En el diario La Nación, el título que aparece llama la atención, no por su contenido sino por contraste: "El sueño de viajar, las acrobacias y las fotos".

Entonces, la muerte de Melina Romero parece, según Clarín, haber sido predecible. Era una joven de clase baja, sin secundario y que, resaltaban, tenía más de dos cuentas en la red social Facebook. La nota del monopólio, sin decirlo, la señaló culpable de su propio asesinato por, básicamente, ser pobre. Lola no era pobre. Lola iba al colegio, era una artista que soñaba con recorrer el mundo, inocente y pulcra que, tal vez, para los redactores de estos diarios, no merecía lo que le sucedió.