El lugar exacto de este cementerio improvisado está en lo que hoy es el Pasaje 5 de julio (ex Sarandí) que lleva ese nombre por ser el día en que se frenó a los invasores ingleses.

En la segunda invasión, en 1807, los ingleses marcharon en doce columnas desde Plaza Miserere hasta el fuerte de la ciudad. En el Convento de Santo Domingo fue donde se atrincheraron al ver que no iban a poder vencer a la resistencia cívico- militar.

El convento fue tomado por los británicos y la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario fue saqueada. Todavía pueden verse  unas banderas británicas que el capitán Santiago de Liniers y Brémont le habían dado a los dominicos tras la primera invasión, en 1806.

La resistencia bombardeó el convento para terminar con la invasión; incluso pueden verse los agujeros de los cañones que fueron tapados con tachas de madera.

Una vez logrado el triunfo los religiosos donaron el terreno de su huerta para que se enterraran los cuerpos. El terreno fue expropiado en 1822 tras la reforma eclesiástica de Bernardino Rivadavia, entonces ministro de Gobierno de Martín Rodríguez.

Si bien algunos insisten que los cuerpos siguen en el pasaje, las crónicas de época señalan que fueron removidos a cementerios cercanos.