Abuelas de Plaza de Mayo y demás organizaciones sociales por los Derechos Humanos manifestaron su malestar por la excarcelación concedida al médico militar emblema de la apropiación de menores en la ESMA, Jorge Luis Magnacco, otorgada por el TOF 5 al cumplir los dos tercios de su condena unificada en 24 años. 

Comunicado de Abuelas de Plaza de Mayo

El miércoles 29 de noviembre, en la sentencia por el tercer tramo de la megacausa ESMA, Magnacco recibió una pena de solo 14 años, que no representa la gravedad de los hechos por los que fue juzgado contra numerosas víctimas, entre ellos: privación ilegítima de la libertad agravada por la condición de funcionario público, por haber durado más de un mes, con violencia y en forma reiterada; imposición de tormentos con el propósito de obtener información o quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos políticos; y sustracción, retención u ocultación de un menor de diez años de edad, en forma reiterada en siete casos. Cabe destacar que el juez del TOF 5 Daniel Horacio Obligado votó en minoría en tanto consideró que correspondía imponer una sanción mayor.

Esta pena fue unificada en un total de 24 años, por computarse los 15 años que recibió en su condena anterior ante el TOF 6, que contempla tres casos de apropiación de nuestros nietos. Al cumplir dos tercios de su sanción, aunque aún le restan 8 años, hoy Magnacco podrá salir de su casa, donde cumple prisión domiciliaria.

A pesar de que desde Abuelas de Plaza de Mayo se solicitó que se rechace el pedido de excarcelación pedido por su defensa, el capitán de navío que atendía partos en la ESMA obtiene la excarcelación con caución juratoria, es decir, bajo juramento de que se va a presentar mensualmente ante el Tribunal. Sin embargo, pesa en su contra el antecedente de haber violado la prisión domiciliaria cuando obtuvo aquel beneficio, circunstancia que no fue ponderada por el Tribunal.

Las Abuelas llevamos 40 años luchando pacíficamente para conseguir justicia y encontrar a nuestros nietos y nietas, por quebrar los pactos de silencio de los genocidas que nos impiden el abrazo. Consideramos una vergüenza que represores de esta magnitud, que continúan perpetrando sus crímenes en tanto no brindan información sobre nuestros hijos y nietos aún desaparecidos, reciban penas menores que les permitan salir de la cárcel y caminar las mismas calles que sus víctimas.