Hizo lo que correspondía, pidiendo disculpas a una pareja que sufrió un calvario tras la muerte de su hijo, ya que al dolor de la pérdida se le sumó el tener que defenderse de una acusación injusta.

Sumado al crimen de Lucio Dupuy, la opinión pública le cayó encima a los progenitores que luego se demostró que no tenían nada que ver con el caso, que su bebé se murió de muerte natural y no había sufrido ninguna vejación.

Mauro Szeta dio la cara y les pidió disculpas a los padres.