Este domingo el país se levantó más contento. Aún aquellos alejados del fútbol sintieron la alegría que circulaba en las casas. El fútbol tiene esa capacidad emocional de conectar con alegrías colectivas y tristezas profundas, y el triunfo ante Brasil en el Maracaná tomó el efecto de celebración que se necesitaba sentir.

Ahora empiezan a contarse las historias de la epopeya. Los actores secundarios toman peso y los protagonistas se llevan las luces. Los románticos se enternecen, y el amor triunfa.