Egipto está al borde de la guerra civil. La escalada de violencia no cesa, y se acrecentó luego del "viernes de ira" al que llamaron los Hermanos Musulmanes.

El viernes, las fuerzas del Gobierno Militar de facto ingresaron por la fuerza a una mezquita donde se encontraban miles de musulmanes atrincherados.

El templo de Al Fatah está ubicado en la plaza Ramses, uno de los epicentros más violentos de las jornadas de protestas por los seguidores del derrocado presidente constitucional, Mohamed Morsi.

Tras un tiroteo, las fuerzas especiales de la policía irrumpieron en la mezquita y detuvieron a varios de los seguidores de Mursi que se refugiaban dentro de la misma.

A partir del viernes los fallecidos por enfrentamientos ascendieron a 173, entre ellas el hijo de un líder espiritual de la Hermandad, y se registraron más de 1.300 heridos.

Al mismo tiempo, el ministerio del Interior dijo que las fuerzas del orden detuvieron a 1.118 seguidores de los Hermanos Musulmanes, incluido Muhammad al-Zawahiri, líder dentro de la organización Al Qaeda, que se encontraba con los musulmanes dentro del templo.

Las autoridades militares que tomaron el poder, ordenaron la disolución de los Hermanos Musulmanes como organización, que había sido registrada en marzo, después de estar prohibida por muchos años.

El pueblo musulmán, lejos de arrinconarse, llamó a otra semana de masivas protestas que, seguramente, traerán violentas represiones por parte de los militares.