Según datos de la Asociación de Travestis, Transexuales, Transgénero de Argentina (Attta) y a cuatro años de la promulgación de la Ley de Identidad de Género, diez menores de 12 años han modificado su documento con el nombre y el género autopercibido, los padres de tres de ellos aceptaron compartir sus historias con el diario PERFIL.

El caso de Luana se hizo conocido hace un tiempo. Ella, al año y medio de vida, que nació con genitales masculinos, gritaba “Yo nena. Yo princesa”. En ese momento no existía aún la Ley de identidad de género, Gabriela, la madre, buscó el reconocimiento legal de su hija. “Lulú no nació en un cuerpo equivocado. Siempre fue nena: fue un trabajo de aceptación desde el amor y la libertad”, explica.

"Estuve en el centro de la tormenta, sin información, transité esto con angustia y desesperación”, recuerda. Las cosas cambiaron cuando se encontraron con Valeria Paván, la coordinadora del área de salud de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), que las recibió en su consultorio en 2011. “No nos sorprendió la historia de una nena trans tan chica, nos sorprendió que su familia la había escuchado”, explica Paván.

Otro de los casos fue el de 'El Facha'. “Yo a la cigüeña la voy a cagar a palos: me trajo nena y yo soy nene”, dijo el Facha a su mamá Brisa. Ella empezó a tocar muchas puertas, se contactó con Luana y finalmente visitó la Casa Cuna. Psicólogos, endocrinólogos y médicos comenzaron a contenerlos.

“El Facha pateaba las cabezas de las muñecas de sus hermanas y podía convertir una resma de hojas de escuela en un ejército de pelotitas para jugar al fútbol. En ese momento no te sale decir mucho: sencillamente intentar acompañar y aprender. Después vas haciendo los clicks que te dicen que tu hijo siempre fue así. El nunca fue una nena.”

"Tu hijo está enfermo", les dijeron a Alejandra  y Fidel, padres de trillizos, en un hospital de San Juan. El psiquiatra de la obra social hizo ese diagnóstico cuando sus padres fueron a plantearle que uno de ellos, nacido varón, bailaba en tacos desde los dos años. "No está enfermo: ha nacido en un cuerpo equivocado", le respondió Alejandra.

Vivir en una provincia conservadora complicó las cosas pero al ponerse, como los anteriores casos, en contacto con Gabriela y la CHA aclararon el panorama. Alma Mía se autopercibió como niña y su documento lo afirma desde el 23 de enero de este año. "Estoy tranquila y feliz: preparando el largo camino que le queda por recorrer", afirma su mamá.