La situación es tan insólita como lamentable. Y muestra el nivel de irritación con que se vive en las grandes ciudades, donde todo el mundo está apurado y la intolerancia está a la orden del día.

Aparentemente todo comenzó con una desavenencia de tránsito y terminó con una batalla campal en la que descargaron golpes y patadas sobre un repartidor que estaba con su moto y respondió a las agresiones verbales goleando con su casco a la mujer que lo increpaba.