José Antonio Monzálvez, de 46 años, perseguía una manada de elefantes en Namibia -sudoeste de África- junto a un compañero argentino y tres guías locales, cuando uno de los animales los sorprendió antes de que pudieran disparar, y según los testimonios murió pisoteado.

Se trata de un trabajador petrolero de la provincia de Neuquén: "El fallecido era un cazador profesional que tenía un permiso válido", indicó Maureen Mbeha, la vocera de la Policía de la región de Otjonzondjupa a la agencia Namibia Press.

Cazadores de todo el mundo llegan hasta esta región por su población de rinocerontes negros, elefantes africanos y guepardos, entre otras especies. Tanto el avance de la civilización como de la industria, se están tragando las tierras donde viven los animales salvajes, pero especialmente la caza furtiva amenaza la continuidad de estas especies autóctonas.

Monzálvez es el segundo cazador extranjero que muere en los últimos tres meses. Existen agencias que disponen safaris ilegales por 25 mil euros incluyendo licencia de caza, traslados y el trofeo de un animal.

El número de elefantes en el mundo se redujo un 62 por ciento en los últimos 10 años y están en riesgo de extinción: se estima que 100 elefantes mueren en África por día, para la comercialización de marfil, carne y partes del cuerpo.