Otro sacerdote más que es denunciado. Se trata del principal confesor de Julio César Grassi, el capellán del Servicio Penitenciario Bonaerense, Eduardo Lorenzo, quien carga con una grave denuncia en la Justicia. 

El hombre que visita a Grassi fue acusado por abuso sexual y corrupción de menores perpetrados en un hogar que administraba en un grupo parroquial de jóvenes de una iglesia de Gonnet de la que dependía el hogar para chicos Los Leoncitos. 

La denuncia fue realizada por una de sus víctimas, reconocida como León, aunque no quiso dar a conocer del todo su identidad. El muchacho hoy adulto contó lo que pasaba puertas adentro. 

"Quiso dividirnos, y lo logró. Seleccionó a un grupo de cuatro chicos de entre los misioneros y nos hablaba mal de los otros: empezó a hacer diferencias. Te seducía, decía que era mejor estar con él que cantando en el coro con los otros y tocando la guitarra". 

"Vení, que el padre Edu se siente solo, que no lo visita nadie", les decía según el testimonio, pero no todos iban ya que algunos "más inteligentes, se daban cuenta enseguida de que había algo raro y se iban". A estos, luego, los trataba de traidores. 

"A las chicas no las quería en el grupo, las odiaba", asegura León. Las reuniones se hacían en la casa de Lorenzo, que había conseguido desalojar a otro sacerdote que compartía la vivienda para garantizarse intimidad y secreto.

"Siempre había alcohol. Nos controlaba, sabía nuestros horarios, teníamos que ir todos los días. Hablaba siempre de sexo, del tamaño de los penes comparado con el modelo de los autos. Nos pedía que los mostrásemos. También trajo una mesa de ping pong y organizaba campeonatos para atraer más chicos", contó el joven. 

"Se excitaba, se ponía agresivo. Te pellizcaba, te pinchaba con un tenedor, te tiraba al piso y se tiraba encima, y nos incitaba a que hiciéramos lo mismo", continúa.

Según relata en una nota de TN, la situación desesperante generó que León -que era un excelente alumno- comenzada a decaer en sus estudios, comenzara a fumar y a beber alcohol. 

Tal es así que sus padrinos, quienes lo habían rescatado de la situación de calle en la que se encontraba, se preocuparon por su entorno. En ese momento, León se había querido quitar la vida cortándose las muñecas. Y fue la gota que rebalsó el vaso. 

Finalmente decidió denunciarlo, pero antes de irse el cura lo amenazó de muerte. Incluso quiso regalarle un auto para arreglar el "malentendido". 

A pesar de la grave denuncia en el arzobizpo de La Plata y la Justicia, el hombre sigue en el cargo y nada cambió. Según denuncia la familia que acobijó al chico, hay una "trama de complicidades" para encubrir al religioso. 

Los apoyos institucionales de Lorenzo son fuertes: desde hace 20 años es capellán del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), le gusta fotografiarse con funcionarios y parece tener un fuerte apoyo eclesial que no se agotó con la salida de Aguer.