Muchas veces en las películas se muestra a una mujer comiendo helado a más no poder luego de ser dejada por su pareja, para superar la tristeza y el estrés que eso conlleva. Estas conductas tienen una explicación científica que los especialistas han sabido explicar.

“En el sistema de recompensa del cerebro  participan distintos mensajeros o neurotransmisores como la dopamina y opioides y distintos estímulos favorecen su liberación, entre ellos cocaína, nicotina, alcohol y anfetamina”, indicó la doctora Paola Harwicz, médica especialista en Cardiología y Nutrición, para luego agregar que “asimismo se produce la liberación ante estímulos que nos permiten la supervivencia, como comer, beber y tener sexo”.

Harwicz indicó que si bien buscamos comida para alimentarnos o una bebida para refrescarnos, “también las elegimos porque nos permiten sentir placer, pero nunca serán tan potentes como para generar adicciones”.

Ante este escenario, la cuestión radica en si el nerviosismo o el malestar puede llevarnos a comer más. Para la médica, las situaciónes estresantes son susceptibles a llevarnos a los excesos, pero también la situación de “hacer dieta” en sí misma, genera estrés, porque se suelen prohibir los alimentos favoritos y la exposición a estos comestibles puede afectar la capacidad del individuo de mantener el autocontrol.

“Por otra parte, si al dietar se suma una situación de la vida cotidiana como un conflicto, una discusión en el trabajo o una pelea amorosa, aumentan las posibilidades de sentir un poco de alivio comiendo algo preferido, por lo general dulce,  para volver a nuestra  área de confort”, dijo.

“Elegimos la comida para sentir placer  y enfrentar las emociones, porque es más fácil, práctico, de rápido efecto y de esta manera evitamos enfrentar el verdadero problema, por lo que  el alivio no dura mucho, y luego sobreviene la culpa por haber comido en exceso y dejar que la tentación haya triunfado”, resumió.

Además, para la experta se deben  “identificar los disparadores que nos llevan a ´resolver´ una situación de estrés por medio de alimentos” y luego “intentar reemplazar la acción de comer en exceso por otra como salir a caminar, hablar con un amigo o concretar una actividad que nos desvíe la atención”.

Realizar una actividad física que se disfrute, solos o con amigos, también ayuda a aumentar los niveles de dopamina. “De esta manera es posible lograr un balance entre aquello que ingerimos, incorporando el placer y un plan de actividad física que nos acerque a una mejor calidad de vida”, concluyó.