Bien sabemos que las pilas son uno de los materiales más contaminantes del medio ambiente. Sus componentes de zinc, mangesio, plomo, cromo, etc. son metales pesados y tóxicos que dañan el medio en el que son desechdos. Hasta hoy.
Hace tres años que un grupo de científicos de La Plata incursionaron en nuevos conceptos sobre la 'química verde' y llevaron adelante un proyecto un tanto ambicioso y único en el mundo.
Tal como consigna la revista Brando, desde hace tres años se instalaron en una planta de dicha ciudad para reciclar pilas, y los resultados son sorprendentes.
Hoy en día, esa planta tiene la capacidad para recuperar entre 80 y 100 kilos de pilas al mes y la idea, que comenzó como un proyecto ambicioso, está cerca de conseguir su patente para que se haga realidad.
Todo comenzó con la tesis de una joven becaria de Horacio Thomas, que en 2008 estudió el problema de las pilas en los laboratorios. Así, Lorena Falco llegó a realizar esta prueba piloto.
Una vez que se puso en marcha la planta, a Lorena se le venció la beca de investigación y no pudo renovarla. Por eso abandonó el proyecto, que luego revivió Thomas para continuar.
"Hace un tiempo vinieron de la Cámara de Importadores de Pilas y no podían creer que recuperáramos todos sus componentes: ahí nos enteramos de que no hay otro lugar en el mundo con una planta como esta", expresó Thomas.

Bien sabemos que las pilas son uno de los materiales más contaminantes del medio ambiente. Sus componentes de zinc, magnesio, plomo, cromo, etc. son metales pesados y tóxicos que dañan el medio en el que son desechados. Hasta hoy.

Hace tres años que un grupo de científicos de La Plata incursionaron en nuevos conceptos sobre la 'química verde' y llevaron adelante un proyecto un tanto ambicioso y único en el mundo.

Tal como consigna la revista Brando, desde hace tres años se instalaron en una planta de dicha ciudad para reciclar pilas, y los resultados son sorprendentes.

Hoy en día, esa planta tiene la capacidad para recuperar entre 80 y 100 kilos de pilas al mes y la idea, que comenzó como un proyecto ambicioso, está cerca de conseguir su patente para que se haga realidad.

Todo comenzó con la tesis de una joven becaria de Horacio Thomas, que en 2008 estudió el problema de las pilas en los laboratorios. Así, Lorena Falco llegó a realizar esta prueba piloto.

Una vez que se puso en marcha la planta, a Lorena se le venció la beca de investigación y no pudo renovarla. Por eso abandonó el proyecto, que luego revivió Thomas.

"Hace un tiempo vinieron de la Cámara de Importadores de Pilas y no podían creer que recuperáramos todos sus componentes: ahí nos enteramos de que no hay otro lugar en el mundo con una planta como esta", expresó Thomas.