El sacerdote Juan Viroche, de 46 años, fue encontrado muerto en su habitación dentro de la iglesia que tenía a su cargo, en La Florida, Tucumán. En sus misas solía pedirle a los niños y jóvenes que se apartaran de las drogas y de la prostitución y denunciaba a las bandas narcos que operan en la zona. 

El cuerpo apareció en su dormitorio, donde se hallaron sus pertenencias desparramadas por el piso, y según los investigadores a simple vista no tenía signos de violencia, al igual que los accesos a su casa, que ni fueron forzados. La Justicia ordenó que el cuerpo de Viroche sea sometido a una autopsia para establecer la causa de su muerte.


Los voceros dijeron que, en base a dichos de allegados al sacerdote, éste se había mostrado preocupado en los últimos días, ya que había recibido amenazas a causa de sus constantes denuncias contra bandas dedicadas a la venta de drogas.

Al respecto, el fiscal Federal de Tucumán Antonio Gustavo Gómez, aseguró que el sacerdote Juan Viroche, hallado muerto en su habitación de la iglesia de La Florida, "había pedido su traslado por las amenazas que recibía" y descartó que se haya suicidado ya que "no tenía esa personalidad", indicó la agencia Télam. 

Viroche era muy querido por los vecinos, ya que desde hace algunos años se dedicaba a denunciar el accionar de esos grupos y solía pedir en sus misas que todos colaboraran para tener un pueblo sin drogas ni robos.

Antes de morir, el cura grabó un video junto a dos niños y que fue publicado hoy en el diario La Gaceta, de Tucumán. "Son niños de nuestro pueblo, de nuestra comunidad. Van a la escuela Juan Bautista Bascari, y es un orgullo para nosotros. Cuando se quiere, se puede. Porque se puede decir no a la droga, no a la prostitución, no a tantas cosas que nos duele. Tenemos esto, a nuestros niños que son sagrados".

El padre Juan Viroche, en una de sus últimas imágenes en la iglesia de La Florida

El sacerdote solía emitir fuertes opiniones y denuncias durante sus misas contra los grupos narcos que que operan en la zona: "No sé qué hay en el corazón de una persona que está envenenando al hijo de su amigo o de su vecino. Sabemos las consecuencias que esto trae (...) es terrible dominar a una persona de ese modo y quitarle la libertad", comentó el sacerdote en una misma que brindó meses atrás en la localidad rural tucumana de Delfín Gallo.