La situación tiene el clima de dolor y violencia contenida de la tragedia. La historia es tan simple como desgarradora: un adolescente de 14 años le robó -o le prestaron, no queda claro- el auto a su padre y atropelló y mató a un ciclista de 47 años. 

Ante las cámaras, en una esquina de González Catán, la familia de la víctima y del victimario se cruzaron acusaciones y justificaciones sobre lo sucedido, y el reclamo principal giraba sobre que alguien debía hacerse responsable y pagar penalmente por lo ocurrido.