El Hospital Nacional en Red Especializado en Salud Mental y Adicciones, bautizado en la era López Rega como Cenareso, contaba con la aprobación en diputados, con amplio acuerdo de bloques, para llevar el nombre de Laura Bonaparte, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora.Si bien faltaba el consentimiento del Senado, por un acuerdo con el Ministerio de Salud, sus directivos habían sido autorizados a utilizar el nombre de Bonaparte en la web oficial y en la señaletica del nosocomio y así se estaba haciendo.

A partir del triunfo de Cambiemos, desde la nueva gestión a cargo de Jorge Lemus, se instó a sus autoridades a retirar tanto de la web como del hospital cualquier referencia a la Madre de Plaza de Mayo, evidenciando un claro retroceso simbólico en torno a los derechos humanos y su vinculación con la salud pública y la lucha contra las adicciones.

Laura, aparte de ser madre de cuatro hijos, tres de los cuales junto a su marido están desaparecidos, fue psicoanalista y como tal una incansable luchadora que siempre trabajó defendiendo la salud mental y la memoria social como pilares fundamentales de una sociedad más igualitaria y feliz. Focalizó su labor en hospitales públicos y fue observadora de Amnistía Internacional en campos de refugiados en El Salvador y en la frontera con Guatemala, durante la guerra en Centroamérica.

Edith Benedetti, interventora del Hospital Laura Bonaparte, explicaba en marzo de 2015 que la elección para rebautizar la institución contribuía a poner a la salud mental como un derecho fundamental. Por primera vez un establecimiento elegía el nombre de una luchadora por los derechos humanos y en este caso de una trabajadora por la salud mental. Los nombres signan, contribuyen a cambiar prácticas, éste “simboliza el cambio de concepto que estamos realizando en la institución” sostenía Benedetti.

El antiguo nombre “Centro Nacional de Recuperación Social” que le fue puesto durante la gestión de José López Rega expresaba la idea de que hay que encerrar y marginar, y el hospital se parecía más a una cárcel" agregaba la interventora.

En sus últimos años de vida, Laura, que murió en junio de 2013, sufrió demencia senil. Su memoria iba y venía. Una de sus nietas, Natalia Bruchstein, filmó un documental, “Tiempo Suspendido”, contando esta dolorosa paradoja: justo una luchadora de la memoria padecía su pérdida. La película fue presentada en Buenos Aires hace apenas unos meses en el Centro Cultural De la Memoria Haroldo Conti y contó en el público con la presencia de varias compañeras de Madres.

Indudablemente Laura estaría muy triste hoy si supiese que la demencia senil parece estar queriendo ser instalada en la sociedad toda desde la nueva gestión estatal que se empeña en borrar de la memoria colectiva la necesidad de defender a la salud pública como un derecho para todos.