La vorágine tecnológica interpeló directamente a las personas y a la forma de relacionarse. Pero algo aún peor, cuando un sujeto decide formar parte de una red social firma un acuerdo de adhesión que lo deja a merced de las reglas que ellos autoimponen. Cada vez a edades más tempranas los niños y las niñas comienzan a tener dispositivos propios y a manejar sus propios perfiles de usuario.

Dentro de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires existe el Centro de Protección de Datos Personales que desde hace cinco años brinda talleres en espacios comunitarios socio educativos con el fin de repensar entre padres, alumnos y docentes cómo nos relacionamos con las nuevas tecnologías. Diario Registrado charló con dos profesionales encargadas dar los talleres.

"En los talleres proponemos intervenciones para promover la noción de que al usar las redes damos datos. Lo que hacemos nosotras cuando vamos a los espacios es tratar de promover una reflexión acerca de las relaciones entre las personas. Lo que brindamos a la red son datos personales y tenemos que tomar conciencia de qué es lo que sucede después" aseguró la licenciada Flavia Tsipkis.

Según un relevamiento realizado alumnos y alumnas que concurren a los grados 6° y 7° de las escuelas primarias públicas y secundarias de la Ciudad en diciembre del 2017: el 97% usa redes sociales, el 64% tuvo usuario propio entre los 7 y 10 años, el 94% tiene celular propio, el 53% accedió a su propio dispositivo entre los 10 y 11 años, y por último el 90% usa el teléfono todos los días. Además el 41% cree que los adultos saben poco de tecnología y el 56% cree que hay un riesgo bajo para ellos.

Por su parte Victoría Giménez Zubiaurre completó: "El taller varía en cada encuentro. Cada año hay un nuevo desafío. No es estático, es dinámico. Nos fijamos qué dispositivos usan, cómo, para qué lo hacen. Tratamos de promover el buen uso. Cuando nosotras les preguntamos qué consideran como un peligro enseguida nombran el grooming, pero por ahí no nombran lo conflictivo que puede ser la transmisión de datos".

En los cinco años que las profesionales llevan recorriendo las escuelas públicas, privadas, Centros de Primera Infancia, entre otras instituciones, los desafíos fueron cambiando. A los chicos les preocupa qué pasa con su imagen en las redes y a los adultos que sus hijos sean acosados. También los menores manifiestan que no todas las veces están de acuerdo sobre cómo sus padres los muestran a ellos en las redes, ni ellos son tan conscientes sobre los datos que dejan en las redes (agresiones, bullying, insultos, datos personales etc).

Al respecto Flavia Tsipkis sostiene: "Los adultos intentamos dar respuestas pero muchas veces las desconocemos. Lo que nosotras vamos viendo es que los chicos tienen mucha información en cuanto al manejo pero les cuenta mucho gestionar sus emociones. Les cuesta procesar las cosas que les sucede a través de las redes. Tenemos que pensar como los adultos vamos acompañando y cómo hacemos las intervenciones".

Estos talleres son gratuitos y cuando un docente lo solicita, contó Victoria, "hacemos una entrevista para que nos cuente cómo es ese grupo, si pasó algo en particular. Nos pueden decir, por ejemplo, en este grado los chicos tiene problemas con el uso del Whatsapp. Entonces podemos hacer hincapié en eso, en para que sirven los grupos, en cómo vierto información en el grupo, cómo me relaciono".

Es por eso que indicó que el campo de debate "es muy amplio. Tratamos de pensar qué pasa con todos esos datos, todas esas informaciones que doy. ¿Dónde va?, ¿se puede bajar?, ¿no se puede?, ¿queda en las redes?. Los chicos tienen que entender que lo que hacen tienen consecuencias y el día de mañana se pueden arrepentir. Tienen que saber que si subieron una foto o insultaron un amigo es algo muy difícil de bajar. Hay muchos tramites para bajar información. Y todo lo que vierten allí se puede viralizar, se multiplica".

La heterogeneidad del talles se manifiesta en las respuestas qué, a algunos ejercicios, dan padres y alumnos. Hubo un caso de un padre que se creó un perfil falso en Facebook para monitorear a su hija. En contracara hay chicos que sostienen que sus padres no les prestan atención porque ven cómo los adultos usan el celular todo el día. Pero quizás lo que es un factor común es que en todos los talleres algún chico les reporta que vivió un caso de grooming.

"Hay que pensar que pasa con los adultos. Cuales son las motivaciones que los lleva a exponer a sus hijos. También hay que pensar qué pasa con los datos personales en esta época. Nosotros hacemos hincapié en que vivimos en una sociedad de consumo. Cuando vas al supermercado o cargas nafta cargas puntos y te llevas un regalo estás dando datos. Tratamos de que los niños entiendan qué significa en un mundo capitalista brindar datos personales" explicó Flavia.

Por último recuerda Victoria que el taller tiene un efecto multiplicador. La idea es que padres, docentes y alumnos debatan estos temas por fuera de la institución. Que sean conscientes de cómo y porqué se manejan de determinada manera en la virtualidad. "Es un aprendizaje entre todos" explicó. "Las plataformas son maneras de circulación pero la gestión de los vínculos lo hacen las personas. Por más tecnología seguimos sufriendo en relación a la mirada del otro" concluyó Flavia invitando a un reflexión porque en definitiva el mundo virtual no es más que una forma de relacionarnos dentro del mundo.

"En todos los talleres al menos un chico fue contactado por un adulto desconocido"
"En todos los talleres al menos un chico fue contactado por un adulto desconocido"
"En todos los talleres al menos un chico fue contactado por un adulto desconocido"