Nota Minutouno

Verónica tiene 23 años y si bien ya no va a bailar todos los fines de semana lo sigue haciendo con asiduidad. Recuerda que hace cinco años, en el auge de sus salidas bolicheras, no había una sola noche con la que se no se enfrente a algún sarpado que le tocara el culo, las tetas o le encaje un beso. Todo sin consentimiento.

“Era bastante insoportable pero en ese momento ni yo ni mis amigas lo veíamos como algo conflictivo, era parte del combo de ir a bailar. Lo sacabas y lo dejabas pasar. Hoy es distinto ya sea porque pasa menos o porque si pasa lo encaramos y dejamos expuestos”, cuenta Verónica a minutouno.com.

¿LA DECONSTRUCCIÓN LLEGÓ A LOS BOLICHES?

Desde hace ya un tiempo pero sobre todo durante el 2017 gracias a los debates sobre género que comenzaron a hacerse cada vez más visibles y al cambio cultural que impulsó la ola Ni Una Menos, los vínculos entre chicos y chicas empezaron a transformarse. No se trata de una conversión homogénea pero sí hay chicos que comenzaron a cuestionar y deconstruir actitudes “machirulas” a la hora de encarar a una chica en un boliche.

Facundo tiene 22 años y se reconoce deconstruido. ”Veo un cambio en mi persona sobre todo en lo que respecta a la insistencia. Antes una chica me rechazaba y yo insistía, insistía e insistía creyendo que así me iba a decir que sí. Hoy cambié, es '¿querés bailar?' y si te dicen que 'no' listo, se acabó. No es no”, dice y agrega: “Esa insistencia creo que se debía al supuesto rechazo por la mujer fácil, no querer quedar como una `mujer fácil` una percepción impuesta por el sistema patriarcal. Ahora es corta, te gusta, 'vamos', no te gusta, 'no' y punto”, explica.

Nicolás, de 20, también nota un cambio en su grupo de amigos. “Ahora hay más respeto y hasta dudamos si encarar o no. Quizás el boliche ya no sea el lugar para conocer a alguien o tiene que ser algo muy obvio, que la otra persona quiera”, cuenta.

Lucas, en cambio, asegura que sus amigos siguen encarando de la misma forma y que, en algunos casos, las chicas los dejaron expuestos en medio del boliche.

Eleonor Faur es socióloga e investiga sobre relaciones de género. Para ella es indispensable entender que no podemos pensar a los chicos dentro de una masculinidad homogénea. “No todos parten de un piso común y no llegan al mismo lugar en el mismo momento, sino que hay temporalidades que están convergiendo en cuanto a las nuevas maneras de relacionarse”, explica.

“Lo que vemos como novedoso es que hay grupos de pibes y pibas que están teniendo actitudes más cuidadas. Que en lugar de darte un beso preguntan `¿che, te puedo dar un beso?`. Por supuesto que hay otros que siguen en el plan de insistir pero acá vemos que surgen diferentes iniciativas y es algo celebrable”, manifiesta la Doctora en Ciencias Sociales.

Faur entiende que este cambio “sin dudas tiene que ver con la contundencia de la marea feminista en la juventud y los chicos que tienen contactos con estas chicas, saben que para tener vínculos ya sean ocasionales o de mediano plazo, tienen que cambiar sus maneras y desaprender mucho de lo que fueron aprendiendo en los pocos años que llevan de vida”.

FIESTAS GAY COMO "REFUGIO"

A pesar del cambio cultural que está surgiendo, los encares violentos e insistentes siguen siendo la norma. Por eso, hay grupos de mujeres que deciden no asistir a esos lugares para evitar a lo pesados. Camila tiene 25 años y sale a bailar desde los 17. Desde hace ya unos meses elige no ir a ciertos boliches y opta por ir a bailar a fiestas gays para evitar el contacto con los “machirulos”.

“La realidad es que no me gusta conocer gente en boliches, me gusta ir a bailar y prefiero evitar los encares porque sinceramente, no les doy bola. Por eso con mis amigas elegimos fiestas gays en la que nadie te molesta. Si te vienen a encarar le decís que sos hetero y listo. Nadie te insiste”, explica Camila a este portal.