El comienzo del segmento lo dice todo: era el día en el que este señor tuvo un micrófono y una cámara para decir lo que quisiera, el día en que los habituales razonamientos de Marcelo Longobardi (en su defecto, Pablo Rossi) Baby Etchecopar, Eduardo Feinmann o Alfredo Leuco se hacían realidad en un fiel escucha que podía disparar palabrotas gratuitamente.

Por supuesto se tuvo que bajar del 'caballo', ante la respuesta de transeúntes, manifestantes, vecinos. Todos tenían argumentos para repudiar su violencia verbal, pero el taxista restaba importancia con más insultos. 

Entre los planteos de este señor, se destacan la incoherencia de sus posicionamientos pero el innegable recurso de repetir lo que ciertos editorialistas mediáticos piensan, o mejor dicho, lo que ciertos mercenarios del pensamiento afirman para defender a los supuestos perseguidores de corruptos.