La primera interpretación la realizó el clérigo Jerónimo de Estridón, quien en el año 382 d.C recibió del Papa Damasi I la orden de redactar lo que después llamaría la Vulgata, una versión de la Biblia -vertida al latín- para el pueblo llano. 

Jerónimo no dominaba el hebreo y para aprenderlo se fue a Belén y tardó unos 15 años en traducir los textos originales. No obstante, varios errores se entrometieron en su Vulgata. Al traducir la parte bíblica que habla de un árbol cuyos frutos prohibió Dios a Adán y Eva comer, Jerónimo confundió el término 'mālus', que significa 'manzano', con el 'malus' que se traduce como 'mal'.

Fue de esa manera que interpretó la frase que habla de la fruta del Árbol del conocimiento del Bien y del Mal, ofrecida por la serpiente a Eva, y allí se basa su error.  En defensa de Jerónimo, hay que admitir que no lo tuvo fácil: el término 'malus' también se refería en aquellos tiempos a toda fruta que contuviera semillas.