Es que entre chaparrón y chaparrón, también hubo ratos de sol intenso, por eso la tarde estuvo perfecta para un chapuzón. No importa si no tenés pelopincho, piscina, a veces la solución cae del cielo y con un poco de ayuda de la política todo se puede solucionar.

Vitoreado por sus vecinos, este hombre desfiló por la avenida en ojotas y malla, al tiempo que se acomodaba el gorrito de los nadadores olímpicos. Claro, se disponía a cruzar lo que apreció un tramo casi de aguas abiertas pero en plena ciudad. Se llevó la medalla de oro por falta de contrincantes.