Cuando Amanda Needham se dio cuenta que le habían robado la bicicleta, su enojo le hizo colocar un cartel- a pesar de las protestas de su esposo- en el que podía leerse: “A la persona que robó mi bicicleta espero que la necesites más que yo. Gasté 200 dólares y la necesito para llegar al trabajo. No puedo comprar otra. La próxima vez, roba el Peugeot de un hipster. ¡O no robar! PD: Devuélvela”.

Si bien fue una forma de canalizar su malestar, con la mínima esperanza de recuperar el rodado, Amanda no imaginó que su cartel se viralizaría y que muchos vecinos solidarios se iban a hacer eco de su pedido. 

Así dos jóvenes insistieron en regalarle una bicicleta que no estaban usando, a pesar de la reticencia de Amanda que no quería aceptar el regalo y terminó por acceder. Pero lo más llamativo fue cuando un curador de arte se acercó hasta su casa para decirle que quería comprarle el cartel del reclamo por unos 200 dólares; el valor de la bici robada. 

La mujer decidió aceptar los 200 dólares para comprarse una nueva bici pero también  arregló la bicicleta, que le habían cedido los amables jóvenes, para que pueda aprovecharla otra persona. 

Fue hasta el negocio de JoAnne Nicolisi y reparó el rodado de manera gratuita a cambio de publicitar el local y así se inició una red a la que llamaron Karmacycle de solidaridad con quienes les fueron robadas sus bicicletas, con la idea de ampliar el circuito que tiene como base principal la de ceder a otros lo que ya no se necesita.