Por Carlos Barragán 

LA MAMÁ DE CRISTINA
La conocí a la mamá de Cristina en el otoño de 2010 y me dí cuenta de que me observaba. Curiosa y también desconfiada. Después de un rato largo me preguntó “qué era”. Si era peronista o qué. Era muy temprano para mi comprensión política y le dije lo que sentía de verdad, le dije que yo era cristinista. Y tengo la sensación de que ella todavía no había escuchado esa palabra. Néstor todavía estaba vivo, todo estaba vivo de una manera diferente a la de hoy. Y le dije cristinista. Después me di cuenta que aunque ella fuera la mamá de Cristina, como era una mujer política, hubiera preferido que le dijera peronista, como le diría hoy. Aunque los que empezamos así nunca dejamos de ser cristinistas, lo que hicimos fue ir sumándole a esa pertenencia acotada pertenencias más amplias: cristinista, kirchnerista, peronista. De alguna manera le fuimos sumando personas: Cristina, Néstor y Perón. Yo creo en las personas, creo en eso de seguir a los conductores. Creo en las personas que elijo para que me conduzcan y me representen y me guíen. Por eso creo que Ofelia fue alguien importante para nuestro derrotero político. Ella se murió y Cristina ya no tiene a su mamá. Mi mamá murió muy joven cuando yo tenía 18 años, muchos menos que Cristina. Me recuerdo mirando los techos de la ciudad por la ventana de la clínica y preguntándome cómo sería el mundo sin ella de ahí en más. No sé qué habrá pensado Cristina, pero los que perdimos madres sabemos que hay algo que nunca se pierde de ellas. Y sabemos que nuestro mundo lo construimos con lo que ellas quisieron legarnos. Los físicos dicen que en el universo nada se pierde y todo se transforma. Supongo que eso también ocurre con los amores que pasan por nuestras vidas. Pero siempre necesitamos que los amores que quedan nos ayuden a que ocurra esa transformación. Por eso es importante que Cristina sepa que somos muchos los que la queremos mucho.