Versos para la heterodoxia
Somos heterodoxos
como el arte y la naturaleza,
como las almas en el cielo
y en el infierno. Y como
las patas en
la fuente, el choripán y
carta abierta de los intelectuales.
Inventamos nuestro espacio
geométrico con más
líneas que Euclides
y vamos creando la política
mientras los ortodoxos
ya saben el final y la cierran.
Y se quedan clavados
en los mismos
movimientos antiguos
y anacrónicos.
No busquen sellos, estereotipos
y moldes inmóviles,
porque somos una sorpresa
ubicua y cuando nos buscan
y creen encontrarnos
en el lugar esperado,
justo en ese instante
ya nos fuimos a otro lugar
de la heterodoxia.
Nos fuimos de la YPF española
a otra YPF amalgamada
de petróleo argentino
no xenófobo. Vamos y venimos
según el camino
no tenga trampas para sonsos.
Por más que nos sospechen
ideologías con X o con K
“ chavistas” o “soviéticas”
y hagan comparaciones
con historias pasadas, o muertas,
no van a comprender.
La ortodoxia se ciega
a los movimientos
de la desobediencia
heterodoxa
y su lente fija y obvia
los rechaza por blasfemos
y herejes.
Nuestro andar popular la desorienta.
Y cuanto más se fuerza
a incluirnos en su lógica,
se encuentra con la ilógica
del jaque por sorpresa.
Y cuando los ortodoxos
nos piensan perdidos
en una flagrante contradicción
se frustran, porque
los contradecimos flagrantemente
reencontrados
con la coherencia heterodoxa.
Todavía faltan días
y noches intensas
de inspiración
y de definiciones.
Pero desde el ya nítido bosquejo
que trazamos
se puede prever e imaginar
la heterodoxa obra completa.