Según publica el diario Página 12 este domingo, en un artículo de Raúl Kollmann, a partir del agravamiento de la economía y  la corrida del dólar, prácticamente el 77 por ciento de los consultados está en contra del acuerdo del FMI, lo que incluye un 30 por ciento de los partidarios de Cambiemos.

Más allá de cada una de las políticas adoptadas, la percepción ampliamente mayoritaria es que “el gobierno no es verdaderamente consciente de los problemas que vive la gente”. Uno de los puntos más urticantes es el de las tarifas, donde la propuesta opositora de retrotraer aumentos cuenta con mucho respaldo, mientras que existe un claro rechazo a la envergadura de los aumentos. A diferencia de lo que venía ocurriendo, hoy Cambiemos tiene comprometido su panorama electoral, aunque –por supuesto– falta más de un año para los comicios y una de las claves estará en lo que haga la oposición (ver aparte). 

Las conclusiones surgen de la encuesta, exclusiva para PáginaI12, realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera Roberto Bacman. En total se entrevistaron a mil personas de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico–social. Las entrevistas fueron telefónicas y la encuesta se terminó de procesar el viernes a la noche, es decir que incluye los días posteriores al anuncio de las negociaciones con el FMI y también buena parte de la corrida cambiaria. El CEOP fue el primero en advertir, en noviembre, de la caída en la imagen presidencial y el declive de la administración Macri tras los tarifazos de noviembre y, sobre todo, después de la reforma previsional y el brutal recorte en la fórmula de aumento a los jubilados. 

“La corrida cambiaria de los últimos días desató la crisis más importante desde diciembre de 2015 -analizó Bacman-. El impacto que esta crisis produjo en el imaginario colectivo no es una cuestión sencilla que puede analizarse desde la presencia de un solo factor, tal si fuese un simple mecanismo de causa y efecto. Es mucho más complejo. El verano pasado no solo evidenció el rigor climático, los ánimos también se caldearon por las tarifas y la reducción a los jubilados, el clima social se enrareció y los indicadores de popularidad y aprobación comenzaron a descender. La tormenta comenzó a formarse”. 

Uno de los mayores impactos se da en la imagen de Macri. El 62,7 por ciento opina mal o muy mal del mandatario y sólo el 35,7 opina bien o muy bien. Los números son record: es la más baja opinión positiva desde que empezó su mandato y la más alta opinión negativa desde diciembre de 2015. Pero Bacman señala un elemento fundamental. Más de la mitad de los que se consideran independientes -no se ubican como oficialistas u opositores- ahora opinan mal del presidente, cuando hace unos pocos meses la mayoría de esos independientes opinaban bien o muy bien. Hay un viraje trascendente en esa franja que está en el medio y que suele definir elecciones. 

Desde el principio el gobierno de Macri fue catalogado por la opinión pública como un gobierno de ricos que favorece a los ricos, algo que se reflejó en todas las sucesivas encuestas del CEOP publicadas por este diario. Las medidas de fines de año pasado son interpretadas en ese sentido, como desfavorables a la mayoría: inflación, presión sobre las paritarias, aumentos de tarifas y cambio en la fórmula de aumento a los jubilados.

Y como corolario, la Casa Rosada resolvió recurrir al FMI. Bacman explica que “cerca de ocho de cada diez argentinos consideran que la decisión del gobierno de recurrir al FMI para obtener un nuevo crédito stand-by es abiertamente negativa para el país. Un dato cuantitativo de tal magnitud nos podría eximir de cualquier comentario. Pero otras cuestiones asociadas agravan la percepción popular de este nuevo acercamiento con el Fondo. En primer lugar se debe tener en cuenta que la memoria colectiva se nutre de malos recuerdos de tiempos indeseados. Los tiempos de la hiperinflación y el fin del gobierno radical de Raúl Alfonsín y el abrupto final de la convertibilidad se asocian con la presencia del temido FMI. Y aquello que el gobierno trató de instalar como una tabla de salvación, hasta el momento es percibido como un salvavidas de plomo. Vale la pena observar con detenimiento lo que hay detrás de este rechazo: es casi masivo entre opositores e independientes, e incluye a tres de cada diez oficialistas”.

La cuestión de que, para una mayoría de la opinión pública, el gobierno de Macri es un gobierno de ricos se transformó ahora, además, en una desconfianza muy instalada respecto de la eficiencia de sus funcionarios. 

Un 68 por ciento dijo estar parcial o totalmente de acuerdo con la frase de que “el gobierno no es consciente de los problemas que vive la gente”. Sólo un 21 por ciento está en desacuerdo con que el gobierno esté viviendo ese desfase de la realidad. 

El otro elemento que demuestra el deterioro es que el 76 por ciento de los argentinos, tres de cada cuatro consultados, tiene poca o ninguna confianza en el equipo económico. “No se lo percibe como el piloto de tormentas más apropiado para atravesar esta crisis –señala el titular del CEOP–. El resultado que se obtiene en esta encuesta es más que contundente al respecto: el nivel de confianza que los actuales ministros del área es realmente bajo. Ni siquiera logran un aprobado: el dato en sí mismo es alarmante, ya que las tres cuartas partes de los argentinos afirman no tener confianza en dicho equipo. Esta situación profundiza la tendencia negativa y confirma la percepción de que ‘el gobierno, en materia económica, no controla la situación; por el contrario, viene por detrás de los problemas, tapando agujeros’”.

Con estos números a la vista, Macri afronta un panorama que se le volvió difícil, cuesta arriba, impensable para la Casa Rosada después del resultado electoral de octubre. La marcha de la economía y la corrida cambiaria son percibidos por la opinión pública como un desgobierno, aunque la comunicación oficial insista con “la pesada herencia”. Ni siquiera Comodoro Py, con sus invariables fallos contra los ex funcionarios kirchneristas, tiene tanto impacto en este cuadro de situación. 

El ciudadano medio dice que en su casa las cosas están mal, que no van a estar mejor, que en la Casa Rosada hay un gobierno que no percibe la realidad y, encima, beneficia a los ricos. No es un cuadro fácil de revertir.