La fábrica de biodiésel Viluco amenazó con el cierre total de su planta de Santiago del Estero, lo que pone en riesgo la fuente laboral de 200 personas.

Hace unos días, la compañía presentó un procedimiento preventivo de crisis (PPC) para despedir a 117 empleados pagando el 50 por ciento de la indemnización. Sin embargo, en las últimas horas, los directivos cambiaron su postura y presionan con el cierre.

La empresa pertenece al Grupo Lucci, de capitales tucumanos, cuyo negocio se concentra en la producción y comercialización de limones.

La planta de Viluco es una de las últimas que se construyeron en el país y fue inaugurada el 16 de diciembre de 2009, en un acto que contó con la presencia de la ex presidenta Cristina Kirchner. La inversión había sido sorprendente, de unos 90 millones de dólares aproximadamente. 

16 de Diciembre 2009 La Jefa de Estado presentó nuevas inversiones en el NOA.wmv

El biodiésel es favorecido por el dólar caro, la reapertura del mercado europeo y la buena cosecha de soja. En cambio, el sector se queja de las retenciones y del retraso relativo del precio interno del biodiésel frente al gasoil.

El sector del biodiésel no está entre los principales perjudicados por el modelo económico, a diferencia de los fabricantes de bienes de consumo para el mercado interno. 

El secretario general del Sindicato de Trabajadores Aceiteros en Santiago, Luis Paz, indicó que “la situación es muy complicada. Hace años que estamos en conflicto porque la empresa siempre buscó flexibilizar el salario de los trabajadores en la planta y no lograba nuestro acuerdo. El año pasado se acordó rebajar la paritaria para el sostén del empleo. Pero la empresa planteó 117 despidos de las áreas de acopio, molienda y alimento balanceado para quedarse con 83 del área de biodiésel. Y en las últimas horas los jefes están comunicando directamente el cierre total de la planta desde el lunes. Nos pusieron la pistola en la frente”.

El sector aceitero se ve favorecido este año por la buena cosecha esperada de soja. Se estima una producción total de 54 millones de toneladas de la oleaginosa, lo cual implica una mejora del 54 por ciento frente a la crítica campaña del año pasado. El poroto de soja es el principal insumo que utilizan las aceiteras. También hay mejores perspectivas por el lado de los mercados de exportación ya que, a comienzos de año, la Unión Europea dio el visto bueno al reingreso de biodiésel argentino con aranceles reducidos de 6,5 por ciento y cupos.

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Por el otro lado, las aceiteras se quejan de que mientras el gasoil subió un 31 por ciento desde octubre del año pasado, el Gobierno autorizó un incremento del 4 por ciento para el biodiésel (que se utiliza para cortar el gasoil en un 10 por ciento). La diferencia está a favor de las petroleras. Además, los fabricantes de biodiésel se quejan de las retenciones que el gobierno nacional reintrodujo en busca de mejorar la recaudación.

“Esto no pasa por un problema de rentabilidad. Las aceiteras quieren flexibilizar el convenio y empezaron por los lugares que están más lejos del río, y donde por lo tanto tienen mayores gastos de transporte. Si comienzan con la reducción de derechos del convenio, seguirán avanzando en otras empresas del sector”, indicó a este diario Marco Pozzi, delegado aceitero en Cargill, integrante de la comisión directiva del sindicato aceitero Rosario y secretario de salud laboral de la Federación Aceitera.