A Leandro Santoro hay que empezar a verlo como un rompehielos que abre caminos en zonas donde el discurso del kirchnerismo no podía entrar. Tal vez por su origen radical, por su buen discurso y calma para hablar o por evitar la confrontación para construir legitimidad, pero logra ir a los canales de televisión donde el oficialismo suele recibir mayores golpes y salir airoso.

Esta vez estuvo en América y allí respondió una serie de cuestiones ligadas a la Ciudad de Buenos Aires, a la campaña de vacunación y terminó reflexionando sobre las expresiones misóginas de Waldo Wolff y Fernando Iglesias, a quienes les dejó un simple consejo para dejar atrás la cuestión.