Puede que alguien se lo tome a la ligera, pero la utilización de la Agencia de Inteligencia para espiar a políticos y periodistas es tan grave que hasta en los medios de Estados Unidos se hacen eco. 

El diario New Yor Times publicó una columna de opinión del periodista Hugo Alconada Mon, quien fue una de las víctimas del accionar del gobierno de Macri.

Bajo el título "Las lecciones que aprendí del año que me espiaron", el periodista contó lo que vivió durante el tiempo en que el Estado lo persiguió.

"Me espiaron mientras trabajaba una investigación que incomodaba al poder político y empresarial. Ahora sé que, mientras buscaban identificar las fuentes periodísticas que me ayudaron a revelar cómo fue el capítulo argentino del Lava Jato, una pesquisa sobre la corrupción en el país, me siguieron, analizaron dónde vivo, en qué automóviles me muevo, cuál era mi nivel de vida y hasta fueron a la casa de mis padres —dos jubilados por arriba de los 70 años—. Queda más por salir a la luz; por ejemplo, si evaluaron colocar una bomba en la puerta de mi casa”, dijo el periodista. 

Y continuación dejó las cinco lecciones que aprendió: 

1. El espionaje es un atajo para los tramposos: "Los espías querían acceder a lo que de otro modo no tenían forma de saber de sus “objetivos”. Se trata de la tentación de obtener beneficios, muy rápido, por la vía de un atajo".

2. El espionaje es sistemático, no un simple caso aislado: "Este mecanismo delictivo integra una investigación de la justicia que lleva ya meses y se inserta dentro de un rompecabezas más amplio que incluye varios expedientes judiciales y una investigación bicameral del Congreso nacional y que evidencia los métodos antidemocráticos a los que ha recurrido la inteligencia argentina. Combinados, permiten vislumbrar que el espionaje ilegal no se acotó a unos pocos casos aislados, propios de algún funcionario desquiciado, sino que resultó una operación sistemática".

3. Promesas de cambio para que nada cambie: "Los gobiernos anunciaron reformas más o menos profundas, pero los problemas de fondo de la inteligencia argentina siguieron sin resolverse".

4. El espionaje es anárquico: "El espionaje argentino está disperso. Ni todos los que trabajan en la AFI son espías, ni todos los espías que deambulan por las calles o el ciberespacio trabajan para la AFI".

5. Es mejor prevenir que lamentar: "Si el espionaje es sistemático, recurrente y anárquico, entonces la opción más sensata para una figura pública es moverse dando por sentado que lo espían. No para sumirse en las fauces de la paranoia, pero sí para redoblar los recaudos. Y en el caso de los periodistas, para proteger a sus fuentes y encriptar sus teléfonos y computadoras".