Los periodistas estaban contentos de que la expresidenta les faveara un tuit. Y empezaron a leer los tuits de esa cuenta como si fueran reales y atribuyéndoselos a Cristina.

Tal vez producto del cansancio por una larga jornada, los traicionó el inconsciente. Pero cuando los estaban leyendo en voz alta, algo les resultó raro.