Este domingo en Brasilia se puso en peligro la continuidad democrática del mayor socio comercial de la Argentina con los obvios efectos que algo así podría producirle a nuestro país.

Sin embargo la presidenta del principal partido opositor, lejos de condenar la actitud de los militantes bolsonaristas y mostrarse preocupada por la tensa situación, prefirió utilizar sus redes para hacer una interretación libre y errada de lo que estaba pasando en la Argentina y para peor pretendiendo enseñar cuándo alguien debe manifestarse contra algo que considera que está mal y hasta es peligroso.

Bullrich prefirió entonces poner en duda al gobierno asegurando que son demócratas con otros países y autoritarios acá por pretender elevar a juicio político a la Corte Suprema de Justicia.

No es que el gobierno haya destituído o nombrado jueces por decreto que si sería una actitud autoritaria sino que pretenden que la Corte sea juzgada por la vía democrática y constitucional.

Además quiso responsabilizar al kirchnerismo sobre las famosas 14 supuestas toneladas de piedras que se tiraron en el Congreso aunque en todas las imagenes puede verse que los que agredieron el Congreso a piedrazos fueron militantes de izquierda. Y aún resta saber quién pesó las piedras o cómo es que saben que eran 14 toneladas si no fueron ellos quienes facilitaron el acceso a las mismas.

Y como si esto furea poco Bullrich se arrogó la atribución de decir cuándo se puede condenar un intento de golpe por lo que para la próxima todo el arco político sabe a quién preguntarle antes de opinar.

Una vergüenza no solo política sino también institucional y la demostración fáctica de que son la peor oposición del mundo.