Habiendo tantas empresas de tecnología en San Francisco, el equipo de Patricia Bullrich debió haber tenido en cuenta el viento y con un simple micrófono hubiera solucionado el problema.

Otra opción hubiera sido que, una vez que chequearon el material, alguien se hubiera dado cuenta de que era impresentable y lo podrían haber grabado nuevamente ya que eran solo 44 segundos.

Pero evidentemente a Bullrich no le importa mucho el mensaje que quiso enviar y trataron de solucionarlo sobreescribiendo el video con el texto, pero lo cierto es que entre el ruido del tránsito, el viento y las sirenas que se escuchan de fondo, nadie se enteró qué dijo Patricia Bullrich.