Mientras hambrean al pueblo y parece no haber dinero suficiente, el estado rompió el chanchito y gastó una millonada en un dispositivo conocido como "supervalla antipiquetes" a la que muestran con orgullo.

No se si queda claro que en lugar de hacer lugar a los reclamos y evitar así las manifestaciones, el gobierno prefiere invertir en impedir el derecho a protesta de la gente.

El paro nacional comenzó con la difusión de las imágenes de este desagradable aparato. Los organismos de seguridad de la Nación lograron evitar el corte del Puente Pueyrredón por parte de manifestantes gracias al despliegue de una megavalla hidráulica de más de dos metros de altura que cuenta con un sofisticado mecanismo de funcionamiento. La tecnología en contra de los derechos de los trabajadores.

La propia ministro de Seguridad, Patricia Bullrich, definió al inmenso dispositivo de contención como una "supervalla" y calificó como un éxito su implementación en el Sur de la Ciudad de Buenos Aires.

"Es un camión de porte grande  (Mercedes Benz 2626) que abre una valla en determinado lugar con el objetivo de frenar a la gente. Además, impide que tengamos que estar con el personal frente a frente respecto a los manifestantes, que en muchos casos se acercan en una actitud de querer pasar a la fuerza", aseguró Bullrich, en declaraciones al canal TN.

La "supervalla antipiquetes": así se repliega y se cierra

La "supervalla" es trasladada en un inmenso camión militar. Después de bajarla sobre el asfalto, la misma se despliega con un dispositivo automático. Sus "brazos" comienzan a abrirse de la estructura principal y forman un arco imposible de penetrar. Además, la altura de la misma supera por unos 30 centímetros la altura promedio de una persona.

Como si fuera poco la valla que impide manifestaciones también dispone de huecos para desplegar armamento y cuenta con la posibilidad de ser electrificada.

Hoy fue la tercera vez que el Gobierno utilizó este dispositivo como mecanismo de seguridad. En la primera ocasión, se lo usó en los primeros días de diciembre, durante la celebración del G-20 en Buenos Aires. Luego, la valla fue desplegada en las inmediaciones del Congreso el último 1º de marzo, ante la apertura de las Sesiones Legislativas, protagonizadas por el mismo presidente Mauricio Macri.

La construcción de esta "supervalla" fue encargada por el Poder Ejecutivo a FADEA (Fábrica Argentina de Aviones) de Córdoba y formó parte de una inversión estimada en cerca de $100 millones por parte del Gobierno para la obtención de material antidisturbios.