No es la primea vez que se hace, y siempre es igual de miserable. Poner el acento en la víctima, para reforzar la idea de que en realidad está sacando provecho de su posición, es volver a dañarla. Debería resultarle familiar esa práctica a Osvaldo Bazán porque es lo que se hizo por años en la violencia de género o en los delitos contra las minorías sexuales, dos colectivos que dice defender.

Pero a Bazán lo único que lo mueve es su odio ancestral contra Cristina Kirchner, que lo llevó a sostener que en realidad es ella quien psicopatea a la sociedad al obligarla a no poder criticarla porque fue víctima de un atentado en su contra.